lunes, 15 de julio de 2013

cuento

El cuento de un Histrión, que se come un nopal, que lo convierte en Nahual
Allá por el año de 1884, en el poblado de Tecomitl, ocurrió un seceso que marco la historia del pueblo. Un domingo del mismo año a la media noche a la media noche, Don Irineo y Don Dagoberto tocaban las pocas puestas de las casas de Tecomitl.
-¡Pas! ¡Pas! ¡Pas!- fuertes palmadas propiciaba Don Dagoberto a un portón de madera. Mientras que Irineo gritaba efusivo -¡salgan pronto que lo hemos atrapado!
Mientras tanto, dentro de la casa Gelover despertaba exaltando por el tremendo ruido que se estaba produciendo en la entrada de su casa. Consternado por lo que escuchaba se vistió rápidamente con su cansón largo de manta y un jorogo que le cubría hasta las rodillas, sombrero de palma y huaraches. Prendió una vela y tomó su carabina.
-¡Mujer, Anda levántate! ¡levántate! y quédate con los chamacos.
-¡Voy a ver que carajos quieren esos viejos borrachos! -Le dice Bernabé a su mujer-
Bernabé, después de darle las instrucciones a su esposa se dirige apresurado a la entrada principal de su casa, alumbrándose con la vela que sostiene su mano izquierda y con la otra carabina ya cargada.
Antes de abrir pregunta:
-¿Qué diablos quieren a esta hora? ¿Seguramente están borrachos?
-Sal inmediatamente- Grita, Irineo No estamos tomados y tenemos algo muy importante que enseñarte-.
Bernabé se queda inmóvil y pensativo por unos instantes. No sabe qué hacer. Finalmente abre precavidamente el portón. Lo primero que ve es a Don Dagoberto de cuerpo entero, éste le dice No tengas miedo, sal y mira-. Sin pensar, Bernabé abre toda la puerta y la cruza, voltea y observa a Irineo que sujeta con su mano derecha una cuerda gruesa que esta enrollada a la cosa que quieren mostrarle a Bernabé.
También Dagoberto tiene agarrado un tramo de cuerda que de igual forma ata a la cosa. Atónito ante la imagen que ve Bernabé le pregunta afligido a Don Irineo.
-¿Qué han hecho?
-Hemos terminado con el mal que castigaba al pueblo -Responde Dagoberto
Pero si serán brutos solo han desatado el castigo eterno para Tecomitl les dice Bernabé-.
Los  tres hombres comienzan a discutir, pero en cuestión de segundos la discusión paso a pelea. Gritos, insultos e ideales se escuchan con gran intensidad hasta las demás casas del pueblo. Pero solo los hombres salieron a ver, uno de ellos preguntó:
-¿Quiénes y por qué están armando tremendo escándalo? dice uno de los hombres.
 Da un disparo en el aire Guadalupe Blancas (el más poderoso del pueblo). Detienen bruscamente la pelea entre Bernabé, Don Irineo y Don Dagoberto.
-¡Pos! ¡Qué hora son éstas para la fiesta! -Grita enérgicamente Guadalupe Blancas.
En el lugar de la pelea los hombres voltearon hacia los otros, olvidándose de que peleaban. Los demás hombres junto con Guadalupe Blancas se acercaron al lugar de la pelea, cuando llegaron todos se sorprendieron y se quedaron mudos por un largo rato. Nadie dijo nada, miraban atentos la cosa que estaba en el suelo amarrada con una larga y gruesa cuerda que sujetaba Don Irineo y Don Dagoberto.
-¿Pero qué cosa es eso? -pregunto uno de los hombres que llegaron con Guadalupe Blancas.
-Es el último Teconcatl[1]-Nahual responde Bernabé, dirigiéndose a todos los presentes-, que sobrevivió, después de la matanza que hicieron los malditos federales y españoles.
-¡Pero! Qué estás diciendo Bernabé –grita efusivamente Guadalupe Blancas-
De todos los hombres ahí presentes Bernabé junto con su familia, eran los únicos del pueblo, que se negaban a abandonar la cultura que les habían heredado sus antepasados, seguían practicando su cultura, pero, también se acoplaban a la cultura que el Estado les imponía.
 -¡Qué! han acabado con la identidad del pueblo responde Bernabé-.
Lo que dijo Bernabé pareció un chiste, porque todos los hombres soltaron una fuerte carcajada. Bernabé permaneció cayado y adolorido de su del alma por la muerte  del ultimo Teconcatl-Nahual.
Bernabé, tomó con sus dos manos la carabina que trajo de su casa, se la llevó hasta el pecho y enderezó su cuerpo hasta terminar con una mirada de mando      ¡se van acordar de mí! grita Bernabé a los hombres –cuándo sus tierras se vuelvan infértiles, cuándo sus hijos los nieguen como familia y como pueblo. Ya lo verán cobrones.
Esta vez los únicos que rieron fueron Irineo y Dagoberto, los demás miraron firmemente a Bernabé y se quedaron pensativos por lo que había dicho. El único que hablo fue Guadalupe Blancas tú estás loco Bernabé siempre lo has estado, además tu familia y tú hacen cosas raras.
-¡Pos! Sí estoy loco –contesto Bernabé y pa’ que no haiga duda, yo mesmo me hare cargo del Nahual.
-jajajajajaja –los borrachos volvieron a reír pa’ mí qué el Berna se quere quedar con nuestro trofeo –dijo Irineo.
-¡Pos! Será el sereno, -dice Guadalupe Blancas sí,  aquí el Bernabé se quiere quedar con la bestia, pos que se la quede. Ese animal es cosa del diablo.
Los borrachos, los demás hombres y Bernabé no dijeron nada ante lo dicho por Guadalupe, dado que, él mandaba en el pueblo. Ante el silencio que se produjo Guadalupe volvió a ordenar Ustedes par de borrachos se me largan pa’ sus casas y los demás ayuden al loco de Bernabé a que meta esa cosa a su casa.
Nuevamente todos se quedaron cayados, el primero en moverse fue Bernabé fue abrir por completo su portón, mientras que lo demás hombre avanzaban inseguros hacia el Nahual. Irineo y Dagoberto, ya se habían desatado del Nahual para después emprender camino hacia sus casas………………………….                 


[1] Esta palabra fue tomada de la lista de  palabras inventadas en el taller.  

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