domingo, 14 de julio de 2013

Autobiografía

de
____________________“Pedro Páramo”____________________
Yo fui un hombre, que poseí y goberné un pueblo entero.
Nací a finales del siglo XlX, en la hacienda la “Media Luna” la más grande de Comala. Fallecí a principios del siglo XX.
Desde chamaco me gustaron las cosas prohibidas; hasta mi abuela me decía que yo era un niño raro. Lo único importante de mi niñez fue a ver conocido a Susana San Juan, mi gran amor. Recuerdo que, después de conocerla automáticamente todos mis pensamientos se inclinaba a formar la imagen de ella, pero bueno, eso de mi amor por Susanita es cosa mía y de naiden más.
Mi padre fue igual que yo, tuvo muchas mujeres por voluntad de ellas y a la fuerza. En hacer chamacos, yo creo que le gane. De todos mis hijos uno fue el único que vivió conmigo en la “Media Luna”, los demás solo recibieron mi apellido. Pero por desgracia el único hijo que estuvo conmigo (Miguel Páramo), se me mató por andar de atrabancado con el caballo.
Todo lo que tuve fue por herencia de mi padre y también porque fui un cacique en el pueblo. Siempre quería tener más y más a costa de quién fuera y de lo que fuera. Me gustaba mandar y que no me mandaran.
Cuando las cosas no salían a mi gusto me irritaba, comenzaba a gritar y a ser violento, ya que, sufría de egocentrismo y, no me gustaba que me contradijeran.
Dije que el tema de Susanita, es sólo cosa mía, pero en este caso, es necesario decir que mi amor hacia ella era tan grande y posesivo, que me llevo a matar a su padre, para obtener su amor; más tarde el destino me cobraría la muerte del padre de Susanita y, de muchos más.
Cuando, murió mi Susanita no pude recuperarme de su perdida, comencé a morir en vida y lentamente.
De mis tantas ambiciones, recuerdo una en especial; me acuerdo que me case con una tal Dolores, porque su papá le heredo una gran cantidad de hectáreas de cultivo y quería que fueran mías. El matrimonio solo duro dos años, ella se fue y se llevó al chamaco que hicimos, disque a ver a su hermana, nunca volvió; me quede con las tierras y en la vida me interese por buscarlos.
Como, a todo cacique de mi época a mí también me pegó la revolución. Todo se me junto, la muerte de Susanita, mi crisis económica y espiritual, la revolución, etcétera. En pocas palabras me estaba llevando la “chingada”.
Al no tener remedio mi situación, decidí contemplar mi destrucción, me dedique a esperar mi muerte; provocando, también la muerte de “Comala”.            

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